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La nueva era de la gelatina por excelencia, sin perder su ADN

Diseño de empaque

El concepto del everyday magic es parte fundamental para la estrategia de una marca que acompaña a sus clientes en momentos cotidianos llenos de afabilidad y alegría. Para Jell-O, el reto principal de su plataforma de comunicación visual de entonces, era justamente lograr este concepto de forma auténtica, en aras de una nueva legislación que los empujaba a salir de la caja y buscar en aliados como Top Design, las puertas hacia su nueva era.

La nueva norma para empaques arribó con el primer reto tangible: remover de la línea infantil del producto el elemento del personaje animado, dejando al equipo de Top Design con la tarea de cómo ser relevantes y cálidos en un empaque con lineamientos específicos a seguir.

¿La solución? Acercarnos de forma creativa a la humanización visual de una gelatina que en conjunto con la fruta que la acompaña, presenta una forma amigable que se asemejaba a una carita o una mueca ante la vista de un niño que explora e imagina frente a los anaqueles.

El siguiente paso era generar una homogeneidad tangible entre la línea infantil, la línea tradicional y la línea CERO (de productos bajos en azúcares), para traer de vuelta una coherencia visual a nivel de arquitectura de marca, que además de otorgar frescura y actualidad, fuese respetuosa con el ADN tradicional que caracteriza a la marca.

En el caso de la línea CERO, se incluyeron tonalidades azules para clarificar dentro de los significados visuales del color, que se trataba de productos con un valor agregado diferente: una reducción de azúcares que apelaba a un segmento más preocupado por el consumo de productos saludables que fueran igual de especiales y con la suficiente calidad.

Para la línea tradicional (y en general como hilo conductor transversal) se estaba apuntando por un empaque más limpio, orgánico y fluido, que además de conectar con niños, brindara a las mamás la sensación de esa gelatina que te ha acompañado a lo largo de muchas generaciones con momentos mágicos que se disfrutan en familia.

El diseño de los empaques requirió además de un esfuerzo fotográfico que tanto en la captura de imágenes como en la edición, demandó una atención constante a la calidad del producto y a la manera fiel en la que podían innovar sobre un empaque ya muy reconocido por las audiencias.

En el resultado final, se obtuvo una línea realmente hermanada que respetaba el adn tradicional, honrando los elementos esenciales del look and feel de Jell-o, construyendo sobre ellos, una propuesta creativa que ponía una gran homogeneidad sobre la mesa, pero que al mismo tiempo brindaba frescura y vanguardia a la ya tradicional gelatina de la familia mexicana.